El anhelo de ser vistos en la organización y la autoexigencia despiadada

Nos está llevando a ser menos eficientes y apagar el verdadero talento humano

Todos tenemos dos cosas que influirán en nuestro desarrollo profesional: La educación y la cultura

Nuestra educación definirá muchos patrones que se adquieren por la crianza y expectativas de nuestro núcleo familiar, sin juicios sobre si esto es bueno o malo lo cierto es,  que influirá en la forma que percibimos el mundo, por lo que dependiendo de qué tipo de adversidades sorteamos de pequeños elaboraremos una forma de sobrevivir, que no necesariamente significa que será nuestra esencia; y es ahí donde los patrones o creencias adquiridos influyen en nuestra toma de decisiones y en la resolución de problemas.

La forma en la que nuestra cultura influye en cómo tomamos los desafíos y resolvemos  problemas es diametralmente opuesta entre una cultura y otra, por ello;  mantener la visión de las empresas adaptándose a las diferentes culturas donde quieren crecer es siempre una iniciativa difícil de gestionar y esto nos sucede como profesionales también; recuerdo una conversación con  Rafael Chávez antes director del consejo de promoción turística de México para Asia; él me explicaba que había seminarios impartidos por países de América Latina que realizaban para el mercado japones sobre la forma de improvisar y solucionar situaciones en eventos de grandes dimensiones ya que éramos expertos;  lo que te quiero decir con esto es que aquello que vemos como un defecto puede ser una llave maestra para otro dependiendo de su perspectiva.

Dicho esto, cuando eres coach debes considerar que las creencias de tus coachees sobre sus capacidades estarán influidas por su educación y cultura; además de un tercer tema y por lo que escribo hoy es encontrarme con que al menos el 85% de los coachees que he conocido tienen un tema recurrente; “la autoexigencia despiadada” definición que le escuché a Alex Robira alguna vez, quiero poner el foco en ello pues suelen mantenerse en estado de alerta continuo que muchas veces solo nubla sus verdaderos talentos;  este exceso de exigencias sobre ellos mismos viene de una presión social neurotizante que busca reconocimiento y rapidez a toda costa.

Escuchando al psicólogo Antonio Bolinchi me resonó algo que mencionaba y es que deberíamos considerar lo siguiente:  “llegar a ser lo que puedes” no con un sentido derrotista,  por el contrario con el espíritu de superación adaptativo,  relaciona aspiraciones posibilidades capacidades y logro, ya que la autoexigencia despiadada tiene 4 motivaciones que Bolinchi menciona y que a mi forma de ver urgen sanar porque empeorarán nuestro desempeño profesional y de vida.

Las 4 motivaciones:

1.- Por imperativo educacional Cuando nos planteamos llegar a ser mejor o estar a la altura ¿De quién? aquí siempre están las familias que esperan que todos sean abogados por ejemplo, o que para ser alguien en la vida debo estudiar en determinada universidad de lo contrario no seré reconocido, la frase de “se siempre el mejor” mejor a los ojos de quien ¿Para quién? ahí inician las expectativas de otros que nos compramos como verdad nuestra por ejemplo.

2.- Por déficit afectivo: Cuando tengo una carencia de afecto de pequeño pienso que si no soy bueno o no soy perfecto no me querrán, aquí influye la crianza y el modo de expresar cariño, pasa muchas veces que los líderes a los que les cuesta poner límites y llegan a realizar el trabajo de su propio equipo porque su necesidad de sentirse apreciado es muy importante.

3.- Por compensación de complejos: Por ejemplo, la persona desarrolla una forma de sobrellevar aquello que le acompleja como un decir, “Los pequeños somos simpáticos” compensar con algo que me acompleja me lleva a vivir con mucha exigencia de aparentar y sostenerlo en el tiempo se hará pesado.

4.- Por imitación: Cuando tenemos un referente estimulante pero inalcanzable, esto a veces puede ser muy frustrante para los atletas y deportistas que se fijan ser mejor que su referente y se exigen demasiado cuando esto debería ser una inspiración para ser mejor y no una competencia que le lleve a sufrir o menoscabar sus propios talentos.

5.-El temor al juicio o al fracaso: Cuando los valores y juicios familiares de lo que esperan de sí mismos es muy importante; esto es terrible porque no hay mejor forma de crecer y aprender que a través del fracaso… ¿no?

Ahora bien, además de considerar este tipo de efectos motivantes, consideramos la forma en que tomamos los desafíos en una organización, es ahí donde la autoexigencia puede llevarnos a que nuestro desempeño se vuelva una piedra en el zapato o una constante carrera a la cima de la montaña asfixiante y agotadora.

Los autores del libro, Organizational Transitions, Richard Beckhard y Reuben T. Harris nos plantean en esta tabla el cómo reaccionamos ante la ausencia de alguna variable para la gestión del cambio en la organización que te comparto, ¿Alguna vez pasaste por algo similar?

Mi invitación con esta información es pensar primero: que antes que profesionales somos personas con una educación y cultura que interferirá en como resolvemos problemas o nos adaptamos, obsérvalos y modifica aquello que no te funcione a ti;  segundo, si tenemos niveles de autoexigencia exacerbados esto ya significa una alerta y debemos buscar quien nos acompañe; a manejar la frustración, analizar si existe un tesón implacable por alguna de las motivaciones antes mencionadas que debemos sanar, apoyarse de un coach o cualquier especialista que ayude a gestionar el cambio es aprender de nosotros mismos para poder mejorar nuestro desempeño.

Espero te sea de ayuda y recuerda que siempre puedes enviar tus comentarios y dudas a mi correo hola@veliaorozcodelvalle.com

Con amor VO